Cuando nos alejamos mucho de nuestra Energía Doer, empezamos a interactuar con la vida como si fuéramos esclavos de nuestro propio tiempo. Nos movemos ajetreados de un lado para otro, sin apenas tiempo de respirar, estresados y quejándonos a la mínima del poco tiempo que tenemos y de todas las cosas que aún nos quedan por hacer.
Pero un doer se relaciona de otra forma con su tiempo. Un doer entiende y valora lo precioso y finito que es su tiempo. Por eso jamás malgastaría ni un sólo segundo quejándose de que no dispone de él. Un doer sabe que él es el dueño de su tiempo y no al revés. Un doer entiende que él elige emplear su tiempo haciendo una tarea u otra. Y como lo está eligiendo, tiene todo el poder para elegir de forma diferente si quiere.
Para un doer la gestión de su tiempo se basa en prioridades. Si necesita crear el tiempo para una nueva ocupación que acaba de surgir, le es posible hacerlo al basarse en este sistema de prioridades. Para otras personas esto sería o bien sencillamente imposible en sus cabezas o bien significaría aún más estrés, ya que intentarían cuadrar esta nueva tarea dentro de sus ya ocupadas agendas. Para un doer simplemente significa que una tarea con menos prioridad se queda fuera. Nada más.
En realidad no es tan diferente de como el resto de personas operan en el día a día con su tiempo. Si te paras a pensarlo, así es como gestionas tú también tu tiempo, a través de prioridades. Y está relativamente claro qué tiene preferencia cuando las prioridades están muy claras o existe mucho contraste en ellas. Si surge una emergencia, como que alguien en tu familia enferma, es obvio que todo lo demás se queda fuera hasta que la emergencia esté correctamente gestionada.
El problema reside cuando no eres consciente de tus prioridades. Esto hace que no tengas asignadas unas prioridades claras o que en los momentos cruciales sean difíciles de discernir. Si a esto le sumamos que del tiempo que pasamos despiertos al día, la mayor parte no estamos siendo plenamente conscientes del uso que le estamos dando, tenemos una muy mala combinación.
Un doer simplemente tiene una mayor consciencia de en qué invierte su tiempo porque sabe lo valioso que es y se sabe dueño de él. Muchas personas ni siquiera son capaces de ver que están a cargo de su propio tiempo, y mucho menos lo valoran como debieran, así que dejan que sean las circunstancias u otras personas los que deciden que hacer con él.
No es que un doer sea una máquina con las 24 horas del día totalmente programadas sin posibilidad de malgastar ni un sólo minuto. Y por supuesto que hay veces que un doer malgasta inconscientemente su tiempo, como todo el mundo. Pero al tener una mayor consciencia sobre su tiempo, estos momentos o bien se convierten en momentos conscientes de dispersión para descansar o sino no se prolongan demasiado.
Todos tenemos 24 horas al día a nuestra disposición. ¿Por qué entonces hay individuos en el mundo (claramente doers) que son capaces de crear y conseguir tanto con el mismo tiempo que tenemos tú y yo? ¿Acaso Bill Gates dispuso de más tiempo que tú mientras los dos estabais estudiando? No, simplemente el tiempo bruto que tenía lo invirtió de otra forma. El resultado: hoy día es una de las personas más ricas del planeta y una de las que mayores diferencias ha marcado y está marcando en grandes retos sociales, como la lucha contra el SIDA (más de 700 millones de dólares destinados), la malaria (456 millones de dólares) o el apoyo incondicional a la educación pública.
Pero claro, si eres una de esas personas que no sienten que su tiempo les pertenezca, de nada sirve que hablemos de estrategias para priorizar, crear o gestionar tiempo. Si partimos de la base de que interiormente sientes que tu tiempo no te pertenece, que tú no lo estás causando, sino que eres un efecto de él; nada de eso va a funcionarte. Ninguna herramienta, ningún truco, ninguna estrategia. Esta es la parte que casi todos los libros sobre gestión del tiempo se dejan fuera y la razón por la que eventualmente ninguna metodología funciona.
Así pues empecemos la casa por los cimientos y no por el tejado, y para eso lo primero que tienes que hacer es adueñarte de tu tiempo. Lo cual es bastante más sencillo de lo que pueda parecer: simplemente tienes que declararlo como tuyo, tanto en voz alta como mentalmente. Una frase que te puede servir para esto es la siguiente:
“Yo soy el dueño de mi tiempo y yo elijo cómo invertirlo”
Repítelo tantas veces como necesites a lo largo del día, hasta que para ti resuene por dentro como una realidad. Si eres una de esas personas a la que las circunstancias le superan y acabas el día sin saber cómo ni por dónde se ha esfumado todo su tiempo, quizás necesites declararlo con más frecuencia hasta que empieces a ganar consciencia de tu tiempo. Cada vez que sientas que tu día te supera, repítetelo. Estarás trayendo presencia a ese momento y cogiendo de nuevo las riendas de tu tiempo. Si por el contrario, eres uno de esos raros especímenes hoy día a los que su tiempo le suele generalmente obedecer, quizás no necesites repetirlo tantas veces, pero nunca está de más traer consciencia a esos momentos que todos sufrimos de piloto automático a lo largo del día.
La clave está en ganar consciencia sobre el tiempo, sentir que realmente nos pertenece y que somos nosotros los que elegimos cómo invertir cada uno de nuestros preciados minutos.
¿Cómo manejas tu tiempo actualmente? Deja un comentario y comparte.
Me gustó mucho tu artículo Víctor. Es cierto que muchas veces el tiempo se nos va de las manos sin saber muy bien cómo. Es importante tener consciencia de él, y de lo importante que es emplearlo adecuadamente. Me han gustado mucho tus artículos, y me ha encantado tu libro “Montatelo por internet”, que lo compré en Amazon.
Eres todo un referente para mí.
Un abrazo
Juan Carlos
Simplemente ¡¡¡Genial!!!
En respuesta a Toni.
¡Gracias Toni! ?